Conexión Psicofisiológica
Los científicos opinan que algunas emociones, como la ansiedad, el miedo y la ira, causan alteraciones en ciertas sustancias químicas del cerebro.
Estas sustancias químicas, o neurotransmisores como se les llama, pueden influir, a su vez, en la secreción de hormonas tales como la adrenocorticotrofina de la pituitaria, una glándula que se encuentra en la cabeza.
Estas hormonas por su parte, estimulan las glándulas suprarrenales que se encuentran sobre los riñones, las cuales de inmediato segregan hormonas en la sangre, tales como el cortisol y la adrenalina, elevando de este modo la presión arterial.
Aquí tenemos sólo un ejemplo de un fenómeno reconocido como mecanismo clave en el origen
de los procesos de la enfermedad.
Este fenómeno es la transformación de una emoción o de un pensamiento en un mensaje químico, el cual, a su vez, estimula un órgano distante.
Es la primera aparición de la llamada Conexión Psicofisiológica.
Debido a que la conciencia de los científicos está tan orientada hacia la enfermedad, la mayor parte de las investigaciones, hasta este momento, han sido canalizadas para adquirir un mayor conocimiento sobre los mecanismos que la producen.
Sin embargo, suena muy lógico para nosotros dirigir la atención hacia la otra dirección, y decir que las emociones positivas deben tener influencias saludables de apoyo vital al organismo.
Se prevé que en el futuro los biólogos estudiarán la alteración que ocurre en los neurotransmisores cuando se experimentan pensamientos positivos como el amor, la compasión, la paz, el valor, y la fe.
Lo que necesitamos conocer más a fondo es el camino exacto que sigue un pensamiento para transformarse en una molécula del cuerpo.
Recientemente se ha hecho una observación muy importante; ésta nos muestra que algunas hormonas de las cuales antes se creía que sólo estaban presentes en la corriente sanguínea, se encuentran, en concentraciones muy significativas, en el tejido cerebral.
Por ejemplo, la renina, una hormona secretada por los riñones e implicada en el daño orgánico que ocurre con la hipertensión, también se encuentra en el tejido cerebral.
Ahí se asocia con otras hormonas y con los propios neurotransmisores del cerebro, siendo los más comunes: la dopamina, la serotonina, la epinefrina y la norepinefrina.
Dejando los nombres a un lado, estas sustancias cerebrales son, justamente, sustancias químicas que se encuentran íntimamente ligadas con los pensamientos.
Entonces, es sólo cuestión de tiempo que los biólogos logren identificar y demostrar que los cambios en los patrones de pensamiento de una persona (tal vez una súbita emanación de afecto o el recuerdo de un familiar querido) producen cambios en los niveles hormonales, así como en otras sustancias químicas del cerebro y de las células del cuerpo.
Prof . Guillermo Guccione