El secreto está en parar

El secreto está en parar

La tempestad se calma y los huracanes se aquietan, pero el ser humano no sabe detenerse.

Aunque aparentemente se pare, sigue haciendo y deshaciendo con la mente ocupada y
preocupada.

El secreto está en parar, dicen los sabios orientales; incluso aunque se esté llevando a cabo una gran actividad hay que estar en el centro interno de quietud, del mismo modo que todo se mueve en la rueda que gira, aunque el eje está siempre centrado.

Detenerse no es sólo aquietar el cuerpo, lo que ya resulta difícil.
Incluso inmovilizar el cuerpo exige esfuerzo; la verdadera ciencia de la detención consiste en estabilizar el cuerpo, pacificar las emociones, desconectarse de todo y acallar la mente.

El hombre de hoy ha perdido por completo la sabiduría del ser y del estar.
Aunque no haga nada, continúa haciendo con su mente y sus emociones.
No sabe detenerse, ni quedarse sereno, ni parar.
Se comporta casi siempre como una tormenta insensata y no como un apacible lago.

La ciencia ha avanzado mucho en las últimas décadas, pero no tiene respuesta para todo. Aunque llegue a descubrir el origen de la vida, por ejemplo, eso no responderá al para qué de la existencia.

La meditación es la ciencia de la detención. Debería ser la cosa más natural y sencilla del mundo, pero como se ha entrado en una dinámica de inquietud y agitación mental y física, se necesita seguir un ejercicio de reeducación para saber meditar.

Meditar es adiestrarse psíquica y mentalmente para hallar un estado superior de la mente, un estado más armónico, una mejor manera de relacionarse con los demás, una actitud más tolerante y expansiva.
Este ejercicio activa las potencias creativas de la mente, perfecciona sus funciones, esclarece la visión mental y calma psíquicamente.

La meditación es una práctica y una experiencia, mediante las cuales se logra un estado más equilibrado y firme de la mente; se desarrolla la ecuanimidad, se estimula la inteligencia primordial y se eliminan los venenos enraizados en la mente.

Prof. Guillermo Guccione