La capacidad de apreciar lo que se tiene
Es posible vivir bien la vida o, por el contrario, hacer de ella un simulacro.
Se puede vivir como si de una competición se tratara, pero también es posible vivirla con alegría y serenidad, tomando conciencia de que la vida no es más que una suma de instantes y que cada instante perdido es irrecuperable.
Es muy hermoso y significativo el aforismo del poeta indio Rabindranath Tagore que dice: “Si de noche lloras porque se ha ido el sol, tampoco podrás ver las estrellas”.
Frase que encaja perfectamente con la insatisfacción que padece el ser humano.
La mente siempre está insatisfecha y cuando la persona no tiene nada, siente que padece un grave problema; cuando tiene demasiado, también lo padece porque ha de tratar de conservarlo y aumentarlo.
Si a una persona la aman demasiado, se siente agobiada, pero se siente más desgraciada si no la aman.
Cuando se está en una parte se querría estar en otra y cuando se está con una persona se añora la presencia de otra…
Hay que desarrollar y practicar la capacidad que enseña a apreciar con profunda atención el presente.
Aunque esto no quiere decir que no se ponga energía y condiciones para mejorar la calidad de vida y hacer proyectos para el futuro; pero hay que aprender a valorar y amar aquello de lo que se dispone.
El ser humano es a veces tan necio que sólo valora lo que pierde o lo que nunca logra obtener.
Incluso si consigue algo que se anhelaba hace mucho, tiene que proponerse nuevos logros para volver otra vez a aburrirse y desesperarse.
Muchos pensamientos caóticos son el reflejo del desorden que reina en la profundidad de la mente.
Estos son los caprichos de una mente sin entrenamiento y sin control.
Pero dejamos que la mente se convierta a veces es un monstruo que cuando se está sano hace creer que se está enfermo, confundiendo al hombre.
Si es que éste no está dispuesto a entrenarla, simplemente practicando el silencio o quietud mental un rato todos los días y luego escuchándola con atención concentrada, para poder racionalizar sus impulsos y sacar de estos lo mejor, los mismos estarían sin control y traerían mucha inestabilidad que luego se manifestaría en distintas desarmonías.
Prof. Guillermo Guccione